lunes, 27 de abril de 2015



Ya hace tiempo

Ya hace mucho tiempo que no entro en contacto con vosotros, queridos amigos y colaboradores, a través de este medio. Podría enumerar una retahíla de razones que sonarían a excusas,  prefiero no hacerlo. Lo mejor es que, por fin, recuperamos nuestra comunicación. Por mi parte, os pido perdón por haber incumplido mi compromiso. Cuento con él y con vuestra comprensión.
            Tengo que comenzar expresando todo mi reconocimiento y reafirmando mi amistad con todos aquellos con quienes me encontré durante las pasadas vacaciones. La buena gente de las parroquias de Rivadedeva, siempre fieles e inigualables servidores de nuestra misión; los hermanos compañeros de los lunes de Gijón y sus parroquias, amigos entrañables y gran sostén de nuestro espíritu misionero; la buena gente de Laviana y Villoria, con Víctor y César al frente, acogedores donde los haya; el grupo S. Pablo de Oviedo, cuya amistad permanece y se acrecienta día a día gracias a esta empresa común; la parroquia de Blimea, que nunca falla; Las Hermanas y los Ancianos del Naranco, que año tras año nos brindan el placer de pasar un buen rato con ellos; el grupo de Misiones de Pola de Siero, entre los que no a lugar para el desánimo; mi parroquia de Fuentecén, quien, además de buenas chuletas y mejor vino, posee otros mucho valores; y tantos y tantos amigos de Asturias, de Sevilla, Ciudad Real, Alcalá de Henares, etc. Con todos, deseo que nuestra solidaridad y compromiso a favor de los empobrecidos de la tierra crezca y se haga cada vez más fuerte.
            No voy a empezar abordando un tema en concreto, sino sólo contaros algo de lo que vivimos en este momento.
El hecho más importante, y doloroso, el la gran escasez de agua que sufra nuestra gente, incluso para beber. Da pena ver a la gente deambular de un lado pata otro con sus bidones amarillos de 25 litros buscando una poco de agua de acá par allá, y donde se encuentra un sondeo  (pompe) seguir una larga cola en donde te puedes morir antes de que llegue tu turno.  Eso pasa aquí en Bembéréké. En muchos pueblos, los menos agraciados por el llamado oro blanco, es obligado recorrer hasta 10 kms. para conseguir un poco de agua limpia o sino, conformarse con los restos de agua de las charcas que resisten a la sequía, entre los que con se esconden la enfermedad y, muchas veces, la muerte. Es este el tiempo que hace crecer las enfermedades como la meningistis más severa, diarreas de todo tipo, malaria, etc.  Y, como siempre, los más castigados los más débiles de los débiles, los niños.
            Otro acontecimiento que marca estos nuestras vidas, mezcla de algo de esperanza (si aún queda) y mucho más miedo a lo que pueda venir después, son las elecciones parlamentarias y comunales. Con ausencia total de conciencia política (como en España), la gente se deja fácilmente engañar por los unos y los otros que prometen y prometen lo que nunca han hecho ni harán. Gente bien pagada recorre barrios y pueblos con slóganes y gritos, dicho sea de paso, nada originales. Estos adláteres preparan el camino al “gran rey que vendrá después” con sus sonatas persuasivas y un puñado de dinero que se repartirá después como su dios manda, primero para nosotros os grandes del lugar, luego para nuestros ayudantes y, si queda algo, para el humpen, algo menos de un euro, si hay suerte. Lo peor de lo peor son los recursos repetidos a temas tan serios como el regionalismo o el tema étnico o religioso.
            Y nosotros en medio de todo eso, celebrando nuestra Pascua, Pascua de Resurrección y Vida, que no necesita de propagandas y slóganes publicitarios sino de vida compartida y grandes deseos de construir juntos, impulsados por el que todo lo puede, un mundo más justo, más servicial, un mundo de hijos y hermanos. Seguimos disfrutando año tras año de nuevos cristianos adultos, jóvenes y niños que se apuntan, con el sello de su bautismo, al camino de la vida que surgió de la sangre un Crucificado, en quien mucho reconocemos el Hijo del Dios vivo, Señor del la Historia, Misericordia y Justicia para los náufragos y ahogados por la Injusticia de un mundo que sólo cree en la buena vida y lo que nos satisface de la cintura para abajo. Hasta pronto. En serio. Alejandro